jueves, 3 de marzo de 2011

Convención Afial 2011: Inasequible al pesimismo


Ya son cinco ediciones las que ha celebrado la Convención AFIAL y se pude afirmar definitivamente que es una feria consolidada, todas sus convocatorias pueden calificarse como exitosas y la última, celebrada entre el 7 y el 9 de febrero en su ubicación habitual, el Pabellón de Cristal del recinto ferial de la Casa de Campo en Madrid, –que sigue sin ser la mejor de las ubicaciones para este tipo de certámenes– no ha sido una excepción. Se trató de una feria animada con un buen número de asistentes (al cierre de estas páginas todavía desconocíamos los datos oficiales) y una cifra de expositores similar a la de su anterior edición, aunque de todas formas se hicieron notar unas cuantas ausencias. Este era precisamente el primer síntoma que ponía de manifiesto que no siempre la salud de una feria refleja con fidelidad total la del sector al que representa.
Efectivamente, mucha afluencia de público, stands muy ocupados, todo el mundo informándose sobre las últimas novedades, pero ¡ay!, cuando llegaba la pregunta retórica en los primeros saludos entre viejos conocidos, que para eso sirve también una feria, para verse y mantener contactos –y para encontrar otros nuevos, desde luego–, esa pregunta que actualmente también es fatídica: “¿qué tal va todo?”, una sombra de pesimismo se cernía pesadamente sobre las conversaciones. No se puede ocultar, la crisis está castigando duramente al sector y todos sabemos ya de sobra quiénes la han sufrido y la sufren con mayor crudeza.
Todos han tomado las medidas necesarias para continuar sobreviviendo, sobre todo aquellos más dependientes de un mercado nacional agónico, porque los fabricantes pueden contar con el apoyo que les da la exportación a otros mercados un poco más saludables. Solo cabe esperar, y en este sentido el grado de pesimismo de cada uno se mide con el tiempo que estima que transcurrirá hasta que empiece la recuperación.
Ahora mismo ya no se trata solamente de una crisis, sino de una reconversión, de un cambio de modelo económico en el sector del espectáculo y las artes escénicas, hasta ahora excesivamente dependiente de las arcas públicas, las cuales se han quedado vacías para estos menesteres. Se acabaron las alegrías y el desenfreno a la hora de manejar presupuestos ajenos. Es muy posible que el futuro esté en la conjunción de iniciativas privadas y públicas, además de la búsqueda de patrocinios y otras fórmulas que han de salir de la imaginación de los más emprendedores. Eso es lo que hace falta, imaginación y adaptación a las circunstancias, porque de aquellas pasividades nos vienen estos lodos y solo aunando esfuerzos se puede recuperar la estabilidad y conseguir trabajar en un mercado más racional de lo que ha sido hasta ahora.
Por lo demás, hay que aplaudir a los organizadores de la convención AFIAL porque, a pesar de todas las circunstancias desmoralizadoras han sabido permanecer inasequibles al pesimismo, desarrollando una feria que mantiene su poder de convocatoria y sus puntos fuertes, como las demostraciones de equipos de sonido en el exterior del pabellón –aunque ahí también se hicieron notar importantes ausencias– que este año tuvieron más suerte con la climatología y atrajeron a gran cantidad de público. Es de destacar por otro lado la completísima e interesante agenda de conferencias y seminarios. A este respecto también hay que aplaudir la colaboración entre AFIAL y ATAE (Asociación de Técnicos de Artes Escénicas), que se encargó de la elaboración de buena parte del programa. Hay que alegrarse de que por fin un sector profesional hasta ahora atomizado y bastante desprestigiado empiece a tener una voz unificada y una mayor consideración entre las empresas de este humilde sector económico.

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