miércoles, 6 de abril de 2011

Editorial de abril: ...siempre nos quedará el público

Un recorrido por la programación musical en los distintos teatros, salas y grandes recintos, de toda nuestra geografía, nos reconforta del bajo volumen de contrataciones en instituciones, corporaciones y demás acontecimientos festeros y patronales. Si, parece mentira, pero así es.
En ese recorrido, no solamente se puede constatar la cantidad de acontecimientos musicales que se programan, sino, lo que es más importante,   la admirable respuesta del público con su asistencia.
Es cierto que nada descubrimos al constatar que los grandes nombres internacionales que nos visitan y alguno nuestro, por qué no decirlo,  sacan el papel a velocidad de vértigo y a precios nada desdeñables.
Más nos maravilla ver cómo, al rebufo de estos, son muchos los artistas del medio de la tabla que han optado por esta fórmula valiente de enfrentarse sin complejos al veredicto directo del público, a la taquilla.
Estamos tan cansados de  pregonar las dificultades originadas por la depresión de tantos municipios que nos han (o nos hemos) llevado a una situación de deuda, primero, y de merma en las contrataciones después y como consecuencia de lo primero, que ver cómo se presenta ante nosotros ese punto de luz proveniente de esas ventanitas, hoy casi imaginarias, por causa de la virtualidad de la Red, que no tenemos por menos que complacernos de ello y focalizar nuestros esfuerzos en tan brillante dirección.
La primera reflexión que se nos presenta es, que la consolidación de las relaciones de este colectivo con su público, disminuiría su  dependencia de los presupuestos públicos, suponiendo un alivio para otros profesionales cuyas características artísticas están casi exclusivamente dirigidas a las fiestas populares, verbenas, pasacalles, talleres, animación, etc., y en consecuencia más dependientes de las instituciones y sus públicos presupuestos.
La segunda, que cuando un artista interesa de verdad, cuando fascina lo que  presenta y cómo lo presenta, la respuesta no se hace esperar; el público está ávido de acudir, pagar, disfrutar, aplaudir y sentir las sensaciones que desde el púlpito le transmiten. El público es soberano y acude allá donde el interés le llama y cuando esto ocurre bien sabe buscarse las vueltas y estar ahí.
Miremos, por tanto, hacia adelante, fijémonos en el pelotón de cabeza y  desarrollemos todo el talento del que seamos capaces para seducir y enamorar. Presentémoslo en sugerentes y brillantes envoltorios, musicados o narrados, siempre pigmentados con rayos de espectaculares luminarias y arrullados o agitados (según el caso) en continuas bandadas de las mejores olas sonoras. Si conseguimos eso…  siempre nos quedará el público.

La Junta Directiva de A.R.T.E.

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