lunes, 3 de enero de 2011

Editorial de enero: 2011, la metamorfosis necesaria

La música en directo tiene que reconsiderar su posición en el mercado. La bonanza económica y el gratis total de los conciertos, aprovechando las Fiestas Patronales, seguramente nos ha parecido un beneficio que iba a durar eternamente.
No ha sido así, claro. Como ya ocurriera en los años noventa, los recortes presupuestarios vuelven a dejarnos, valga el símil, no ya sin peces sino sin la caña de la taquilla que nunca debiéramos haber escondido en el último baúl de nuestra imaginaria buhardilla.
Son muchas las voces que vienen apercibiéndonos de ello y pocos los artistas que se han mantenido ajenos a la gratuidad en sus conciertos, rehusando estas contrataciones. Enhorabuena a ellos por mantener la caña siempre a mano y en sitio relevante de su ideario profesional. La música es parte de la cultura de un pueblo y como tal tiene que ser tratada, pero empezando  por los propios creadores y sus gestores. ¿Quién si no va a respetarla?
El público tiene necesariamente que sentir la magia que representa acudir a un concierto y para ello, en primer lugar,  tiene que valorarlo. En este mercantil mundo que nos desenvolvemos, tendemos a infravalorar aquello que se  consigue sin coste alguno.
Ya en nuestro editorial del número de Escenarios correspondiente al pasado abril invitábamos a los ayuntamientos “a contar con la participación activa del público, para complementar los adelgazados presupuestos con la taquilla en los conciertos” y añadíamos: “El público agradecerá las fiestas populares gratis, los artistas emergentes necesitan de esa ayuda, las clases pasivas es lógico que se beneficien del libre acceso, al que tanto derecho tienen, pero los conciertos consolidados el público sabrá reconocerlos y pagar libremente el precio que el mercado disponga por la entrada”. Hoy, reiteramos esa propuesta, convertida en exigencia, ante la necesidad de reducir nuestra dependencia de los presupuestos públicos.
Fiesta Popular o Patronal es: tradición,  verbena, cabalgata, procesión, charanga, atención a las clases pasivas, participación, romería, considerar a los más pequeños, juego, divertimento, fuegos... y un largo etcétera. Recorrido tienen. También conciertos para  jóvenes de artistas emergentes, que ayuden, a los unos, a asistir a conciertos con entrada (al menos de precio simbólico), fomentando su interés y, a los otros, a contar con esas primeras oportunidades que les ayuden a progresar en una profesión difícil. Ese y no otro debe ser, según nuestro criterio, el cometido de los poderes públicos. 
Los artistas consolidados y en la cima, deben caminar por su cuenta. El reconocimiento del público es la guía de su carrera. No puede ser de otra manera. Estos deben sentir la ayuda pública de otra forma: A través de recintos acondicionados, de infraestructuras que proporcionen las mejores condiciones para sus conciertos. Dotando de las condiciones necesarias para que la iniciativa privada lleve a cabo sus inquietudes y proyectos, con el valor añadido que supone. Permitiendo, sin desleales competencias, fomentar esa iniciativa, para esos y otros conciertos, en recintos, en teatros y en salas privadas y, en cualquier caso, si las instituciones acometen conciertos directamente, por qué no, que sea, en similares condiciones, apoyándose en la taquilla, aún de forma paulatina. 
Nos toca pues, ahora, volver a recuperar a ese público, ilusionarle de nuevo, hacerle nuestro otra vez ofreciéndole lo mejor de nuestros espectáculos y creyendo en las posibilidades ilimitadas que nos da nuestro oficio y el de nuestros artistas. Nos toca, eso, reconsiderar la posición en el mercado de la música en directo. Solo así seremos capaces de iniciar, este 2011, esa necesaria metamorfosis. Con los mejores deseos.

La Junta Directiva de A.R.T.E.

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